“Donde la tierra se pliega para construir un interior, una grieta, un espacio de silencio entre la tierra y el cielo”
El lugar debe ser interpretado como un umbral para desde ahí volcarse a la inmensidad del desierto.
El desnivel generado por la planicie plantea una diferencia de aproximadamente 6 metros, ganando la oportunidad de crear un espacio oculto, un repliegue en donde construir un interior. Un espacio dado por la distancia vertical del talud existente, que permita la generación de la sombra.
La reflexión sobre la que se funda el Proyecto del HOTEL ALMA, es considerar este nuevo ámbito de hospedaje junto al espacio del trabajo, como un espacio de contraste, un lugar de intimidad, descanso y desconexión.
La primera idea de organización de la residencia se basa en recoger una síntesis ordenada del paisaje natural de las quebradas atacameñas. Traer la sombra y la luz tamizada. Generar una grieta, un espacio de silencio acotado y sombrío, desde el cual poder contemplar y medir la vastedad del desierto. Volcarse hacia dentro, mirar al interior de la grieta como un gesto de descanso y contención, contrario al trabajo.
La distancia vertical del talud permite la generación de la sombra. Este interior se completa con la pared que forman las habitaciones volcadas en dos plantas al interior de esta quebrada. Ellas miran hacia dentro la proximidad controlada del talud, configurando una calle de escala medida y apropiada al usuario. La vida interior del Hotel, está dada por el pliegue del terreno y los volúmenes del nuevo conjunto.
Llegar desde lo alto, desde la superficie de la explanada existente, descender por las escalinatas hasta lograr sumergirse gradualmente bajo la cota de la tierra, es el primer gesto para la búsqueda de la intimidad del hotel. En este espacio inicial, se congregan los espacios comunes y las actividades comunitarias, a través de espacios como, salones, comedores, cafetería, biblioteca, piscina, gimnasio, sauna y terraza.
Todo este conjunto está contenido por un muro, un gran semi-círculo que define el ámbito de la residencia, delimitando la frontera del mundo del descanso frente al mundo del trabajo. Este semi-círculo se inicia en el extremo norte del hotel, donde comienzan las habitaciones, para cerrarse en la orientación del volcán Licancabur, cuya presencia en lo lejano marca el sentido y la tensión del lugar. Al costado sur, donde las habitaciones finalizan, se abre un recorrido perimetral hacia el mirador del hotel, llamado Licancabur, o la Casa del Silencio.