El proyecto está ubicado en el balneario de Los Molles, en un sector llamado “Punta Pescadores”, donde el borde costero es sinuoso y tiene un fuerte oleaje. El terreno es un sitio en segunda línea de mar, con restringida vista y una orientación poco habitual, ya que el mar está hacia el sur-oriente.
El encargo consistía en una casa de fin de semana para una familia de Santiago de 4 integrantes más invitados, con vista al mar, buenas terrazas y exteriores que permitieran colgar y secar el equipo de buceo, entre otras cosas.
El volumen de la casa se cierra hacia la calle y abre las vistas al mar. El interior, de color más claro y cálido, contrasta y enfatiza la intención de una cáscara de color gris que protege y a la vez recubre la estructura que eleva la casa en busca de la restringida vista al mar.
La articulación de los volúmenes se produce en el vacío de acceso, asumiendo el cambio de ángulo como encaje de las direcciones existentes en el lugar, generando, desde el interior, vistas que enmarcan lugares singulares y buscan el sol del norte.
Una aproximación al proyecto fue a partir de una condición de estructuración, propuesta por el mandante, de profesión calculista; una mesa metálica. Una mesa metálica liviana, de 2 niveles, que eleva los volúmenes habitables en busca de la restringida vista al mar, permitiendo a la vez mayor libertad estructural. Sobre esta base estructural de pilares y vigas metálicas, se completa una casa de madera de tabiques que complementan el sistema constructivo.