La lectura de la arquitectura preexistente se siguió con gran cuidado, y se sobre escribieron algunos elementos que aportaron legibilidad a los espacios que ya habían sido enunciados. La casa original tenía un patio central, articulador de los espacios, que servía de referencia entre los espacios comunes y los privados.
La primera idea fue mantener esa condición, reforzándola con la ubicación de la escalera que entrega centralmente a las circulaciones perimetrales del segundo piso propuesto, consiguiendo una visión tridimensional de la casa “vaciada” por este centro, con una iluminación dibujada por las sombras que las vigas de hormigón propuestas arrojan sobre el patio central. Al situar en el segundo piso la idea del vacío, producida por el patio central en dos alturas, se transformó en la clave, solo había que reforzarlo y contrastarlo.
De modo que el volumen del segundo piso se pensó como una caja sobrepuesta que actúa como masa llena. Esta masa es vaciada hacia los lugares de expansión de la vista, como es el patio central y el patio trasero, liberando, por medio de una trama de vigas, los lugares de contacto con el exterior.